Sin duda, para muchos de nosotros, la muerte es algo que no nos preocupa hasta el momento que nos ponemos a pensar en ella. Es este el espacio en donde reflexionamos, meditamos, recordamos e incluso planificamos algunos detalles como lo que haremos con nuestros bienes personales.
El miedo, es quizás una sensación que todos en algún instante hemos sentido, apariciones, escalofríos, sentir presencias extrañas, etc., son algunas de las tantas historias que podríamos contar.
Un cementerio es un lugar en donde experiencias como éstas deben vivirse siempre, para esto visitamos los más antiguos de Santiago, el católico y el general y buscamos la realidad.
En el cementerio católico, no solo nos encontramos con lugares escalofriantes, sino también con una persona muy especial, la señora Clara. Ella tiene 86 años de edad, trabaja desde los 18 años en este lugar y nos relata parte de su historia trabajando aquí.
Nos cuenta que nunca ha sentido miedo y que jamás la han penado, porque ella es amiga de todas las personas que descansan en el cementerio, dice que el miedo a los muertos solo lo sienten aquellas personas que actúan de mala manera con los difuntos, los cuales a modo de defensa aplican un poco de miedo a quien los quiera molestar. Además, nos relata que algunas de las personas que trabajan en este lugar, han vivido situaciones de gran horror, con apariciones, ruidos y sentir presencias muy cerca de ellos estando solos en el lugar.
La señora clara no recibe sueldo, solo gana lo que la gente le da por la mantención de las tumbas, ha vivido así por muchos años junto a su familia y nos declara que es feliz y que trabajará en el cementerio hasta el último de sus días.
En nuestra visita a los cementerios pudimos deducir tres cosas, la primera es que el miedo y las experiencias paranormales si existen, pero no para todos, la segunda es que incluso en el lugar donde llegan nuestros cuerpos a descansar en paz, las diferencias sociales de la vida también están presentes y eso se refleja solo mirando los sectores en los cuales se dividen los cementerios, desde pequeñas tumbas con una fotografía o una flor, hasta grandes capillas con forma de iglesias junto a esculturas de gran tamaño y de profunda expresión, como si el dinero importara una vez que ya estamos muertos.
Y lo tercero, es la reflexión en donde pensamos que en esta vida cada uno de nosotros tiene una misión, a muchos les toca fácil a otros no tanto, donde cada día cometemos malas acciones y creemos que solo pidiendo perdón está todo bien, en donde muchas personas sufren por variadas razones y no somos capaces de ayudar y solo nos preocupamos de nosotros mismos, porque no nos damos cuenta que todos somos iguales, que todos tenemos el mismo fin y se llama muerte.
Por eso vivamos cada día como si fuera el último, para poder dar lo mejor de nosotros y así dejar más que una acción sino también un mensaje.
El miedo, es quizás una sensación que todos en algún instante hemos sentido, apariciones, escalofríos, sentir presencias extrañas, etc., son algunas de las tantas historias que podríamos contar.
Un cementerio es un lugar en donde experiencias como éstas deben vivirse siempre, para esto visitamos los más antiguos de Santiago, el católico y el general y buscamos la realidad.
En el cementerio católico, no solo nos encontramos con lugares escalofriantes, sino también con una persona muy especial, la señora Clara. Ella tiene 86 años de edad, trabaja desde los 18 años en este lugar y nos relata parte de su historia trabajando aquí.
Nos cuenta que nunca ha sentido miedo y que jamás la han penado, porque ella es amiga de todas las personas que descansan en el cementerio, dice que el miedo a los muertos solo lo sienten aquellas personas que actúan de mala manera con los difuntos, los cuales a modo de defensa aplican un poco de miedo a quien los quiera molestar. Además, nos relata que algunas de las personas que trabajan en este lugar, han vivido situaciones de gran horror, con apariciones, ruidos y sentir presencias muy cerca de ellos estando solos en el lugar.
La señora clara no recibe sueldo, solo gana lo que la gente le da por la mantención de las tumbas, ha vivido así por muchos años junto a su familia y nos declara que es feliz y que trabajará en el cementerio hasta el último de sus días.
En nuestra visita a los cementerios pudimos deducir tres cosas, la primera es que el miedo y las experiencias paranormales si existen, pero no para todos, la segunda es que incluso en el lugar donde llegan nuestros cuerpos a descansar en paz, las diferencias sociales de la vida también están presentes y eso se refleja solo mirando los sectores en los cuales se dividen los cementerios, desde pequeñas tumbas con una fotografía o una flor, hasta grandes capillas con forma de iglesias junto a esculturas de gran tamaño y de profunda expresión, como si el dinero importara una vez que ya estamos muertos.
Y lo tercero, es la reflexión en donde pensamos que en esta vida cada uno de nosotros tiene una misión, a muchos les toca fácil a otros no tanto, donde cada día cometemos malas acciones y creemos que solo pidiendo perdón está todo bien, en donde muchas personas sufren por variadas razones y no somos capaces de ayudar y solo nos preocupamos de nosotros mismos, porque no nos damos cuenta que todos somos iguales, que todos tenemos el mismo fin y se llama muerte.
Por eso vivamos cada día como si fuera el último, para poder dar lo mejor de nosotros y así dejar más que una acción sino también un mensaje.
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